Para ser honesta, no me gusta matar personajes… pero la ventaja de esta historia es que no están exactamente… muertos (al menos por completo). Siempre ha sido un tema delicado y me gusta pensar que tal vez, y sólo tal vez, hay algo más al otro lado de la vida.

En fin, no es fácil lidiar con gente que está muriendo. Esther no es doctora ni enfermera pero, en este caso, una psicóloga habría sido muuuy oportuna.

¡Disfrutad del fin de semana! 🙂